domingo, 7 de enero de 2018

Relatos W40K: Capítulo I

                La débil luz solar inundó el interior del compartimento mientras ascendía hacia la superficie de Caltaris. Los cristales de hueso espectral reaccionaron rápidamente para evitar que su tripulante quedase cegado. Eso pemitió a Bartharal disponer aún de unos minutos en los que pudiera emplear sus propios sentidos sin tener que usar los potenciados que su máscara de Maestro Óseo le otorgaba. Respiró el aire viciado del ascensor mientras hacía recuento mental del trabajo que le quedaba por delante en esta semana estándar que debería estar lejos de su Anlith.
                El autarca Fueros, amigo y protector suyo, confíaba en él  para lograr el objetivo que el mundo astronave de Emalien tenía depositadas en su gestión de Caltaris: establecer liths o “refugios” autosuficientes que permitieran dentro de un plazo de un ciclo orbital poder conectarse a la red espiritual de otros liths dispersos por Caltaris. Más adelante, esta red espiritual quedaría conectada con el mismísimo mundo astronave de Emalien comenzando así una nueva era de dominio eldar en este planeta.
                Lo cierto era que la tarea estaba siendo ardua, ya que parecía que el mismo Caltaris fuera un animal salvaje y poderoso que quisiera impedir por todos los medios ser dominado. La misma fauna y flora caltari atacaban los liths. Las noticias siempre indicaban incidentes como invasiones de enjambres de Avispas de Ácido que se arremolinaban contra las murallas escudo que protegían un lith, o bien la aparición de túneles que permitían la entrada de insectos gigantes que se precipitaban contra los habitantes al emerger a la superficie. Sin embargo, era cierto que al menos, la mitad de los siete liths de la región bajo su responsabilidad había logrado estabilizarse, eliminando las amenazas cercanas cuando el hueso espectral criado y tallado por los Cantores de Hueso maduró hasta crear un muro impenetrable tanto en el subsuelo como en las murallas exteriores, algo complementado cuando los sistemas de escudos se habían mejorado y perfeccionado hasta crear burbujas de energía que ningún animal salvaje o plaga podía penetrar. Eso había permitido que en esos refugios se construyeran infraestructuras que afianzasen a las poblaciones eldar. Aunque quedaba mucho trabajo por hacer, Bartharal  confiaba en sus conocimientos y sus habilidades lo suficiente como para darlo por hecho en un plazo razonablemente corto. Eso complacería a su señor y amigo Fueros y le haría destacar  entre los demás autarcas de Emalien y se ganaría el favor del Cónclave de Keldra, la Vidente Suprema de Emalien.
                Cuando una dulce voz avisó de que el ascenso había concluido, Bartharal se ajustó su casco y su máscara de Maestro Óseo creció sobre su rostro hasta cerrarse por completo. Sus finos rasgos faciales fueron sustituidos así por una faz muda e impersonal, de la que destacaban las lentes de color azul brillante sobre el resto de la blanca placa facial. Luego, asió su bastón rúnico de constructor óseo y con gesto decidido, abrió la compuerta y salió mientras su túnica ondeaba con el viento que soplaba en esos momentos. Fuera le esperaba una escuadra de Guardianes Eldars dirigidos por un Brujo, quien con un leve gesto de su cabeza, saludó a Bartharal mientras el resto se arrodillaba ante él. El Maestro Óseo respondió con un movimiento de su bastón y acto seguido, fue conducido por sus escoltas hacia un transporte gravitatorio Serpent, que grácilmente se mantenía sobre el suelo sin esfuerzo alguno.
                La bodega de carga del Serpent estaba en penumbra, iluminada levemente por miles de pequeñas luces de tonalidades azules y anaranjadas que realzaban las siluetas del depurado estilo de construcción aeldari. Las líneas del diseño hacían de aquel compartimento un sitio sofisticado a la vez que funcional. Bartharal se sentó frente al brujo, mientras el resto de la escuadra tomaba asiento disciplinadamente con gracilidad. La compuerta se cerró y en pocos segundos, un leve zumbido de los reactores del transporte indicó que se disponía a elevarse, algo que tomó unos segundos más hasta que el zumbido subió en intensidad mientras las turbinas vectoriales se reorientaban para empujar el Serpent, momento en el que los cinturones de seguridad se deslizaron solos y sutilmente sobre los eldars, protegiéndoles ante los vaivenes de las turbulencias.
Los emalien eran eldars guerreros xenocidas, siendo temidos incluso por otros mundos eldar por su violencia y su extremado salvajismo, como la Mantis a la que rendían culto como encarnación de su dios Kaela Mensha Khaine. Para un emalien, la Galaxia era un lugar prometido al dominio eldar que había que recuperar tras la Caída. Renegaban de los métodos de otros mundos astronaves como Ulthwé ya que para ellos la sutileza era un lujo que su raza no podía permitirse.  En su visión, los aeldaria tenían que construir una base estable desde la que poder forjar un Imperio tarea que la misma Emalien se había adjudicado, rivalizando con otros mundos eldar como BielTan. Para iniciar esa misión, el Cónclave bajo el poder de Keldra había decidido dirigidir a su mundo astronave a través de la Telaraña hacia el planeta olvidado de Caltaris y tomarlo como primera pieza de sus ambiciones.
                Sin embargo, no había sido una opción fácil. Caltaris llevaba más de dos milenios completamente abandonada. Antes de ello,  los Monkeighs habían construido miles de ciudades y fábricas que habían hecho desaparecer prácticamente toda la fauna y flora nativas. Ese dominio humano concluyó tras la victoria de los siervos de los Poderes Ruinosos en una terrible guerra civil que redujo todas las áreas habitadas a ruinas y cenizas. Como si hubiera estado esperando su venganza, la vegetación de Caltaris reconquistó la superficie del planeta, apoderándose de las ruinas humanas, atrapándolas y engulléndolas mientras nuevas formas de fauna nativas aparecían y se desarrollaban sin límites.
                Cuando los emalien se establecieron en órbita de Caltaris, los primeros grupos de exploración informaban de encuentros con criaturas terribles y una vegetación hostil que hicieron imposibles sus misiones. Las visiones de Keldra eran verdaderas, ya que el esfuerzo que conllevaría dominar Caltaris a sus congéneres sería una forma de superación que les haría más fuertes y dignos de honor para la Mantis. Por eso, decidió dividir el único y vasto continente de Caltaris en cuatro regiones y encomendar cada una de éstas a los autarcas con la misión de conquistarlas. Quien lograse un mayor desarrollo en un ciclo orbital sería el  merecedor del título de Autarca Supremo. Los autarcas acordaron unas bases comunes para todos. Primero, crearían bajo la superficie en cada una de sus regiones un núcleo inicial llamado Anlith. Desde allí, durante un ciclo estacional, cada anlith se desarrollaría para que al término del plazo, comenzase la competición en la superficie, con la creación de Liths o refugios. El poderío de cada uno de ellos, su prosperidad y área de control, aparte del número, serían los parámetros para decidir el vencedor dentro de un ciclo orbital completo caltari.  

Era de entender el arduo trabajo que esperaba a Bartharal. De todos los liths bajo su mando, descollaba el Lith Moranel, situado a cien kilómetros de su Anlith. Allí, los Aedas Óseos habían erigido ya Templos de Guerreros Especialista y varios complejos residenciales. Pero sin duda, la mayor ventaja que Fueros, el Autarca, tenía respecto de los demás, era el Altar Mantis, un Portal de Telaraña de dimensiones gigantescas que permitía un contacto casi permanente con el mismo Emalien. Por ello, la potencia y dimensiones de la cúpula escudo habían exigido de Bartharal dar lo mejor de él, mientras los Guardianes y Exploradores mantenían a salvo a los constructores de los ataques furibundos de la fauna y flora caltari. A partir de Lith Moranel, una red intrincada de conductos psíquicos se desarrollaba como un tejido vivo celular hacia el resto de liths, que prosperaban de diversas maneras adaptándose al medio. Hubo casos como los Liths situados al sur, cercanos a la Zona Muerta, que habían recibido graves ataques. En concreto, uno de ellos había sido arrasado por criaturas arácnidas que destruyeron las murallas y acabaron con todos los emalien. Bartharal sintió sus muertes de manera profunda, ya que había sido una propuesta personal a su señor Fueros que provocó una pérdida innecesaria. Desde entonces, el Maestro Óseo juró ser más diligente en su tarea, cambiando su política expansiva a otra más conservadora, consolidando los liths más importantes hasta hacerlos llegar a un nivel parecido al de Moranel, y sólo entonces, barajar una nueva fundación. 

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